La biodescodificación del coronavirus 2 (psicodescodificación)

En la primera parte de este artículo

hemos tratado de biodescodificar el sentido de la aparición de la pandemia del coronavirus. El “para qué” ha aparecido esta enfermedad. De paso, hemos hablado brevemente de la función biológica-emocional de los diversos patógenos en el desarrollo de las variadas enfermedades infecciosas, y también hemos comentado otros aspectos que pudieran estar relacionados.

Todo ello suponiendo que el covid-19 sea una mutación de origen natural. Si en cambio fuera un tóxico creado en un laboratorio, cosa perfectamente posible, las implicaciones previamente mencionadas seguirían siendo válidas porque actuarían sincrónicamente con otras añadidas por la intención perversa de la mano del hombre.

En esta segunda parte, vamos a profundizar más para analizar qué posibilidades hay de que la acción del hombre esté detrás de toda esta pandemia y, si fuera así, vamos a hipotetizar sobre cuál sería la intención más plausible que se ocultaría detrás. Es decir, vamos a pasar de la biodescodificación del coronavirus a la psicodescodificación del covid-19.

Todos hemos visto u oído hablar de películas como Matrix, Divergente u otras cuyo común denominador es la existencia de un diabólico plan orquestado por una élite para sojuzgar al resto de la humanidad. Y lógicamente, la inmensa mayoría de la gente piensa que esos argumentos son pura ficción: no podrían materializarse planes tan maquiavélicos en el mundo real sin que nos diéramos cuenta y los evitáramos. Además, ¿para qué iba esa élite mundial a querer cambiar un orden social que tanto les beneficia tal y como está?

¿Para qué cambiar el orden mundial?

En relación a esa pregunta, observemos como el ser humano está contaminando y deteriorando la vida en el planeta (incluida la suya propia) sin que seamos capaces de corregir esa fatídica y suicida tendencia. Las cumbres sobre el clima fracasan una tras otra ya que, tanto nosotros como sociedad como nuestros representantes políticos, anteponemos nuestros intereses egoístas al bien común… y no parece que eso vaya a cambiar a pesar de que es evidente que, por ese camino, la vida en el planeta tiene una incierta pero segura fecha de caducidad.

Esa incapacidad del ser humano para enderezar el rumbo de un comportamiento que le conduce al desastre, se debe a una endémica mala educación social (deliberadamente o por inconsciencia) en la que se enseñan al individuo habilidades técnicas y sociales, pero se descuida la enseñanza de valores éticos y morales, menospreciando la introspección para el equilibrio interior y la búsqueda de una esencia más allá de la personalidad egoica; una esencia que, cuando se encuentra, descubrimos que anhela su realización en la vida armónica con el entorno y la unión fraternal con los demás.

Ante ese catastrófico panorama, la élite siente que tiene el derecho y la oportunidad de intervenir para salvar (a su modo) a la humanidad de sí misma. Sabe que tiene los recursos, el poder, la inteligencia, la unión y la determinación necesaria para elaborar un plan en ese sentido y que triunfe a nivel global.

Ver un ejemplo de cómo manipular fácilmente a las masas AQUÍ

El mundo, pese a la apariencia de libertad y democracia, en realidad funciona como una estructura piramidal en la que ellos están en la cúspide y, desde esa atalaya, puede organizarse todo lo que se quiera y transmitirse con éxito a los niveles inferiores. Como ejemplo, pensemos en la Coca-Cola, todo el mundo la conoce pero “casi” nadie conoce su fórmula. La gente, la bebe, la compra y la vende, la distribuye e incluso se apañan para fabricarla sin conocer la fórmula salvo los pocos elegidos que están en la cima de esa pirámide.

La OMS

Ahora pensemos en la Organización Mundial de la Salud (OMS), el máximo organismo internacional ¿independiente? en temas de salud. Un organismo en quien todo el mundo confía. Tanto políticos como médicos y científicos siguen sus recomendaciones sin cuestionarlas. Así pues, podemos decir que la OMS está en la cúspide de la pirámide de la salud… y también de la política cuando la salud se convierte en la prioridad.

¿Pero quién manda en la OMS? ¿Cómo funciona? Para entenderlo, sigamos el rastro del dinero. Desde hace tiempo, la OMS se financia en más de un 80% a través de donaciones voluntarias (ver vídeo). Entre sus pretendidos filántropos hay famosos multimillonarios con intereses en la industria farmacéutica (especialmente de las vacunas) y en el sector de la alimentación (incluyendo los transgénicos), también se incluyen en la lista de colaboradores ciertas empresas farmacéuticas directamente. En consecuencia, en la cima de la pirámide de la política de la salud (y la política en general) lo que hay es un club reducido de multimillonarios (la élite) con ciertos intereses comunes, tanto económicos como ideológicos.

Y una vez que la élite controla la pirámide de la política mundial (por encima de los estados), lo que queda es elaborar el plan con el que alcanzar sus objetivos. ¿Qué objetivos, aparte de los económicos?

Lo curioso es que el primero de los objetivos no es tan secreto, ya que varios de sus miembros lo han ido anunciando a lo largo de los últimos años y es fácilmente constatable mirando la hemeroteca virtual de Internet.

En resumen:

1.- Disminuir la población mundial no menos de un 20% utilizando para ello la vacunación masiva y otros medios sutiles (¿Qué tendrá esa vacuna para lograr esterilizar o enfermar a tanta gente? ¿Cómo se consigue que la gente acepte voluntariamente una vacunación masiva?)… Lógicamente, ello tiene que lograrse de forma lenta, discreta y desviando la atención hacia otra causa (el cambio climático, por ejemplo).

2.- Ahogar la economía mundial hasta tal punto que dicha élite pueda apoderarse fácilmente de otras empresas, bancos, estados y entidades supranacionales que ahora todavía no controla.

3.- Una vez que la élite tome el control total de la economía y la política, evidentemente también toma el control sobre qué política aplicar a la población mundial, a la que no le va a quedar otro remedio que aceptar el nuevo status quo, ya sea por persuasión, por miedo o por obligación.

En principio, podríamos pensar que si ese maquiavélico plan sirve para salvarnos de la autodestrucción como especie, sería lógico aceptarlo como mal menor y anteponerlo a los derechos y libertades adquiridos por nuestros antepasados con tanto esfuerzo, ya que no hemos sabido conjugarlos con el bien común.

Ahora bien, el plan diseñado no es el único posible y la forma en que esa élite concreta lo ha elaborado demuestra su carácter despiadado y sin escrúpulos, lo que más pronto que tarde se transformará en esclavitud y servidumbre para todo el mundo.

La Plandemia

Por lo tanto, es posible revelarse ante dicha plandemia y recomiendo hacerlo, pero aprendiendo de los errores del pasado, mejorando nuestra política educativa y elevando nuestro nivel de conciencia ecológica y colaborativa para sanar a la humanidad y el planeta, enfocándonos más en lo que nos une que en lo que nos separa. En caso contrario, tendremos merecido el abominable plan que nos han diseñado.

¿Cómo puede ser esa resistencia? Convenciendo y animando a las personas capacitadas y los periodistas valientes (¿dónde están?) para que expliquen lo que se está tramando. Luego, al modo de Gandhi y sus seguidores en su momento, con desobediencia civil pasiva por un lado y denunciando las medidas injustas y arbitrarias ante los tribunales neutrales por otro.

¡Ah! No lo creen, no están convencidos. Todo lo que está ocurriendo es excepcional pero las autoridades hacen bien en obedecer los criterios de la OMS y tomar las medidas que toman. El virus existe, es contagioso y puede ser mortal (cierto, como el de la gripe). Da igual si es natural o artificial. El miedo al virus justifica que se anule la libertad de expresión y otros derechos, y se perjudique a nuestro sistema inmunitario (nuestra primera y principal defensa) creando sobre-estrés y respirando el aire viciado de las mascarillas, en aras de un hipotético contagio que cada vez se sabe tratar mejor y es menos peligroso.

Además, estás en tu derecho como buen ciudadano de denunciar a quienes se saltan ciertas normas porque no creen la versión oficial que censura las disidencias y no tienen el miedo que tú tienes. ¿No tendrás también envidia de ellos?

Bueno, vamos a ver cuál ha sido el desarrollo de los hechos desde el principio y así quizás disminuya la confusión y se aclaren las ideas.

Continúa y finaliza en la PARTE 3