Astrología y Biodescodificación

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A primera vista, desde una perspectiva científico-materialista, la astrología no tiene ningún fundamento digno de crédito. Precisamente por eso, la ciencia en general tiene un prejuicio negativo contra ella y normalmente no se ha molestado en analizarla, aunque solo fuera por curiosidad intelectual. Sin embargo, cuando prestamos atención a sus postulados, descubrimos con sorpresa que sus afirmaciones -con respecto al temperamento que la carta astral imprime en cada individuo- son bastante certeras. El hecho de que se nos escape una explicación racional para ese fenómeno, no tendría que hacernos descartar todo el potencial que la astrología tiene que ofrecernos; al contrario, debería ser un acicate para investigarla con más ahínco.

Ya hace más de tres mil años

desde que los caldeos observaron que los acontecimientos del cielo seguían un mismo patrón, las estrellas se movían en el firmamento siguiendo un orden fijo, y los planetas giraban excéntricamente y casi en un mismo plano sobre el fondo estelar.

Los caldeos, para confeccionar su sistema cosmológico, utilizaron las doce constelaciones más importantes, por las que el Sol y la Luna pasaban periódicamente y que constituyen los antepasados de nuestro zodíaco. Cada dos horas las constelaciones giran en el cielo 30º, o sea una doceava parte del total de la circunferencia. Durante siglos, toda observación astrológica permaneció ligada a la salida y ocaso de los cuerpos celestes siguiendo este patrón. Además existía otro conjunto de 12 secciones, que no guardaban relación con la anterior, denominadas casas.

Los planetas

fueron descritos de acuerdo con las casas que ocupaban y las distancias angulares entre ellos, que indicaban el tipo de influencias que iban a ejercer.

En el momento en que los caldeos (y otros pueblos posteriormente) construyeron su cosmología basada en su observación de las estrellas, los nombres que pusieron a las 12 constelaciones surgieron asociando las características temperamentales, que observaron como dominantes en determinadas épocas del año, con las características simbólicas de los animales que admiraban o temían: toros, escorpiones, leones…

Con el paso de los milenios, la interpretación que relaciona una determinada posición de las constelaciones zodiacales con la impronta que supuestamente imprimen en nuestro carácter, se ha demostrado equivocada, ya que las constelaciones se han desplazado del eje que ocupaban hace tres mil años. Ahora bien, si bien la explicación dada está equivocada, no así el hecho de que esas improntas psicológicas siguen coincidiendo en cada época del año y de manera universal; es decir, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur, y tanto en una cultura como en otra.

Por lo tanto, tiene que haber otra razón que justifique el porqué la astrología funciona. He aquí una explicación alternativa:

Al igual que los órganos físicos no coinciden con los chakras astrales, las constelaciones planetarias no coinciden con los centros energéticos del universo.

Por eso, aunque comprobamos que la Astrología funciona y forma parte de los recursos con que Dios organiza y mueve el universo, no vemos esos chakras estelares.

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Otra posible explicación nos la da C. G. Jung y su teoría de la sincronicidad:

según dicha teoría, el sistema solar es como un gran reloj, que nos marca la cualidad astrofísica correspondiente a cada determinado momento del tiempo (hora y minuto simbólico) que marca.

En cualquier caso, si lo pensamos bien, el hecho de que un análisis astrológico pueda describir el carácter innato de una persona, nos abre a la comprensión de la existencia de un orden energético superior al material y que nos une con todo lo que nos rodea. Eso, a su vez, nos permite ver y admirar la inteligencia que hay detrás de todo y de todos.

A modo indicativo, comentar como, dentro de una carta astral, nos influyen el ascendente y el descendente:

– El Ascendente (la naciente línea del horizonte) nos muestra el tipo de energía que vitaliza nuestro cuerpo, y también indica nuestro modo innato de acercarnos a la vida.

– El Descendente (la línea poniente del horizonte) representa los obstáculos a superar (posiblemente heredados de una vida anterior).

En cuanto a su relación con la Biodescodificación, señalar que cada signo tiene una forma particular de “entender” la vida y, evidentemente, según el modo psicológico con el que nos relacionemos con el mundo, los posibles conflictos por incoherencia tendrán tendencia a somatizar en zonas distintas del cuerpo, sin que ello entre en contradicción con los postulados de la Biodescodificación.

Estos son, en líneas generales, los puntos sensibles de cada signo zodiacal:

ARIES (rojo): Cabeza, cara, fiebre y accidentes.

TAURO (verde): Garganta, mandíbula inferior, oídos.

GÉMINIS (amarillo): Brazos y hombros, pulmones, sistema nervioso.

CÁNCER (blanco): Estómago y pecho.

LEO (naranja): Corazón, espalda y rodilla, sangre (defensas).

VIRGO (marrón): Sistema gastrointestinal y manos (tendencia hipocondríaca).

LIBRA (rosa): Zona renal y lumbar (le enferma la desarmonía).

ESCORPIO (granate): Órganos genitales y zona de la pelvis (enfermedades por ira contenida).

SAGITARIO (azul): Caderas, muslos, hígado, arterias.

CAPRICORNIO (negro): Piel, articulaciones y pelo.

ACUARIO (turquesa): Piernas, tobillos y enfermedades consecuencia de un estresado sistema nervioso.

PISCIS (morado): Pies, dedos, sistema linfático y enfermedades consecuencia de un frágil sistema emocional (sistema circulatorio y problemas psicológicos).

Finalmente, a modo de comentario, señalar que tanto en el Antiguo Testamento como en el Apocalipsis del Nuevo Testamento se menciona el número 144 como el número de las personas que, al final de los tiempos, se van a salvar. Dicho número, desde un punto de vista menos literal y más esotérico, es el resultante de multiplicar los 12 signos del zodiaco por los 12 ascendentes correspondientes a cada signo. Desde esa óptica, el mensaje a interpretar sería quizás que el alma, en su evolución material, está destinada a pasar por todos los aspectos del zodiaco para conocerse mejor y realizarse.

Joaquín Ferrer

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