Balanza hormonal y Constelación cerebral 1

No todos los conflictos del ser humano son biológicos

y tienen su origen en un trauma o conflicto emocional oculto que finalmente repercute en el cuerpo. Hay también conflictos puramente psicológicos y acumulativos que la mente los gestiona de forma diferente. Las personas tenemos caracteres y temperamentos muy dispares que hacen que enfrentemos los acontecimientos de muy diferente manera.

Hay gente, por ejemplo, que de forma innata es más mental y tiene cierta tendencia a desconectarse del cuerpo y las sensaciones. En esos casos, aunque los conflictos psicológico-emocionales impacten igualmente en el cerebro, no siempre generan cambios orgánicos ni readaptaciones cerebrales.

El Dr. Hamer (pionero en el campo de la descodificación psicosomática) investigó también los trastornos de comportamiento que no somatizan en enfermedad, y su correspondencia en el área cerebral. Esa investigación le permitió hacer un mapa del cerebro y fijar conflictos claramente definidos en áreas muy específicas, que denominó relés: cada zona rige un órgano o función concreta. Distinguió las polaridades cerebrales femenina y masculina de acuerdo a estas zonas, ya que en el hemisferio izquierdo se encuentra el relé de la vagina y el cuello del útero, mientras que en el hemisferio derecho se encuentra el de la vesícula seminal.

Función masculina y función femenina

Por lo tanto se establece un cerebro masculino, que rige la polaridad masculina, y un cerebro femenino, que rige la polaridad femenina. Esto determina una función masculina y una función femenina, que no debe confundirse con ser hombre o ser mujer.

En este sentido, es importante destacar que el funcionamiento de la capa cerebral del ectodermo está muy influido por las hormonas. Algunos relés del ectodermo, concretamente los que el doctor Hamer llama corteza territorial, están regidos por las hormonas sexuales masculinas y femeninas.

Por otra parte, los dos hemisferios cerebrales tienen funciones específicas para poder regular todos los procesos. Y dentro de esas funciones específicas, en las personas diestras el hemisferio izquierdo gestiona los conflictos femeninos y el derecho los masculinos. A nivel hormonal, el hemisferio izquierdo está regido por los estrógenos. En condiciones normales, una mujer diestra y un hombre zurdo funcionarán preferentemente con el cerebro femenino. El hemisferio derecho está regido por la testosterona, por tanto una mujer zurda y un hombre diestro funcionarán preferentemente con el cerebro masculino.

El sentido biológico de la lateralidad

es tener una oportunidad suplementaria de supervivencia para la especie, porque en una situación de emergencia, ante el mismo tipo de conflicto, un diestro y un zurdo actuarán de forma distinta, ampliando así las opciones de respuesta. Se calcula que si sumamos a todas las personas que han podido desarrollar su lateralidad zurda y las que no han podido por razones culturales, llegaríamos a un 25% de la población aproximadamente.

En los zurdos, el nivel de hormonas masculinas y femeninas está más equilibrado de forma natural. Por esa razón para ellos es más fácil bascular de un hemisferio a otro sin trastornos. Así por ejemplo, la mujer zurda tiende a enfrentarse y ser más directa con mayor facilidad que una diestra, y el hombre zurdo sabrá dar más rodeos para hallar una solución.

BALANZA HORMONAL

Por un lado, hemos visto que los órganos que dependen del ectodermo son hormono-dependientes. Por otra parte, los relés descubiertos por el Dr. Hamer designan la polaridad masculina al cerebro derecho y la polaridad femenina al cerebro izquierdo. Y esa polaridad hormonal explica las conductas que nos diferencian a hombres y mujeres.

La polaridad masculina, regulada por la testosterona, induce a la acción o al enfrentamiento. Da predisposición a la competencia, se orienta en el espacio y tiene una mente más abstracta. Programado para estar en silencio para poder cazar. Tiene menos sensibilidad en la piel, porque por su actividad tiene más riesgo de lesiones, y también cicatriza antes. Tiene más desarrollada la visión de lejos. Tiene un 15% de grasa corporal y el 40% de su peso en músculo. Esta polaridad, ante un conflicto territorial no resuelto generará una depresión por impotencia.

La polaridad femenina, regulada por los estrógenos, induce a la huida o a la sumisión. Hay predisposición a la cooperación, se orienta en el tiempo y tiene una mente más concreta. Tiene desarrollada la capacidad verbal, habla para relacionarse. La sensibilidad de la piel es diez veces superior y el olfato está 100 veces más desarrollado. Reconoce los colores con más precisión. Tiene un 25% de grasa corporal y el peso en músculo es el 23%. Esta polaridad, ante un conflicto de organización territorial no resuelto generará conductas maníacas.

Así pues, el hemisferio izquierdo tiene unos resentires femeninos y el derecho, masculinos. Pero a lo largo de nuestra vida los niveles de hormonas fluctúan (infancia, menopausia, andropausia, menstruación, operaciones de cerebro, de ovarios o de testículos, tratamientos hormonales, quimioterapia, drogas). Y cuanto más o menos hormonado esté un tejido, estará más o menos regido por su hemisferio cerebral correspondiente.

En las circunstancias en que baja un nivel hormonal, sube el opuesto. Y entonces hay una BASCULACIÓN del resentir al otro hemisferio cerebral. Por ejemplo: en la menopausia hay menos estrógenos y, por lo tanto, más porcentaje de testosterona del habitual.

Como hemos dicho, eso no quiere decir que la mujer sea o se sienta menos femenina sino que, al afrontar un conflicto, lo hará desde la forma de resentir masculina regida por el hemisferio derecho.

La polaridad tiene la característica de que podemos pasar de una a otra en unos segundos, y activar una función masculina o femenina para adaptarnos a una situación con el fin de protegernos. Cambiar de polaridad es algo que se hace regularmente durante el día y puede durar unos minutos o unas horas, la persona “bascula” a la polaridad que más conviene a su estrategia de defensa. Si se produce una situación en la que se bloquea este cambio y se mantiene basculado en la otra polaridad, entonces hablaremos de “empate hormonal”.

PAT HORMONAL

Entendemos por “empate o pat hormonal” una situación de equilibrio entre las hormonas masculinas y femeninas, aunque se dé una pequeña prevalencia de los componentes masculinos o femeninos. Es un concepto que solo indica una relación, un equilibrio entre el nivel de hormonas sexuales que se pueden dar en varias situaciones fisiológicas, es decir, sin conflicto: Climaterio, andropausia, embarazo y lactancia, niños y ancianos, durante una enfermedad, traumatismo craneal, drogas o la toma de determinados medicamentos como la píldora anticonceptiva, castraciones y quimio o radioterapia.

El “empate hormonal” es un fenómeno que también puede darse en los conflictos de territorio, gestionados por la corteza territorial ectodérmica: cuando un hemisferio cerebral está sobrecargado por varios conflictos determinados, se bloquea parcial o totalmente, oscilando hacia el otro hemisferio. Esto origina en la persona cambios de conducta o de personalidad.

Esa situación va a provocar estados de sumisión por no saber cómo reaccionar.

Ocurre en la naturaleza en muchas ocasiones. Por ejemplo, en una manada de lobos, solo pueden reproducirse la loba alfa y el lobo alfa. Los demás están en “empate” y tienen otro tipo de conductas. El “empate hormonal” posibilita la sujeción a la autoridad del líder, tanto en el macho como en las hembras, evitando peleas que pondrían en peligro a la manada.

La función del “empate hormonal”

es proteger la vida del individuo, evitando sobrecargar los hemisferios cerebrales para que no se produzca una enfermedad. Un primer conflicto crea una diana. Si el conflicto sigue repitiéndose, este hemisferio dejará de secretar hormonas y cambiará la polaridad.

En otras palabras, una persona vive un impacto emocional que genera una masa conflictiva. Esta masa se imprime, según su polaridad y su lateralidad, en el relé del hemisferio que gestiona el conflicto, rompiendo el ritmo de base. Una opción adicional de supervivencia es cambiar la polaridad, saltando al relé complementario del otro hemisferio, que es el que manifestará el síntoma o la enfermedad.

Cuando un individuo tiene un conflicto de pérdida de territorio y este conflicto está activo demasiado tiempo, los síntomas pueden poner en peligro la supervivencia. Por esto el “pat hormonal” es una solución de protección, porque al saltar al otro hemisferio, permite disminuir la intensidad del síntoma.

En este estado, los conflictos permanecen en el cerebro pero no se somatizan al cuerpo. Por ello, para revertir y normalizar esa situación, lo que debe hacerse es resolver el conflicto inicial en el hemisferio en el que se originó; así la persona vuelve a su polaridad natural y ya no hay masa conflictiva en ningún hemisferio, evitándose así la somatización de los síntomas o su transformación en conflictos psicológicos.

“Empate hormonal” y “báscula hormonal”

Para comprender si el síntoma o enfermedad de una persona responde a una situación de “pat hormonal”, es imprescindible saber la lateralidad y el estado hormonal. El estado hormonal determina que el conflicto sea experimentado de una manera masculina o femenina.

La diferencia entre “empate hormonal” y “báscula hormonal” es que la báscula es mucho más rápida y dura unos minutos o unas horas, mientras que en el “empate hormonal” puede haber una carga conflictiva importante y mantenerse en el tiempo.

CONSTELACIÓN CEREBRAL

Joaquín Ferrer

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