Psicomagia y Biodescodificación

Artículo relacionado con el llamado: Los Nudos Transgeneracionales de Jodorowsky.

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Según Alejandro Jodorowsky

el padre de la psicomagia, sanar consiste en llegar a ser uno mismo. Eso es lo que te permite llegar a ser feliz y encontrar la alegría de vivir.

Suena fácil de hacer pero no lo es porque, en general, somos lo que nuestra familia, nuestra sociedad y cultura ha querido que seamos. Estamos desconectados de nuestra esencia, de lo que podríamos definir como nuestro “ser esencial”.

Es cierto que hay personas que, mediante el desarrollo de su autoconsciencia, capacidad de comprensión y perdón, aceptación y “dejar ir”,  han alcanzado tal nivel de coherencia espiritual que se han liberado de esos condicionantes; en consecuencia, no necesitan acudir a un psicólogo, tomar ciertas sustancias, leer libros de autoayuda o realizar actos psicomágicos para lograr la paz interior. Pero hemos de admitir que son la excepción a la norma general.

Nuestro árbol genealógico

moldea a sus frutos para hacerlos útiles a su misión, y para que cumplan a ciegas la ley de la repetición. Si falta un miembro, al que nace se le impone la identidad del desaparecido. Si nacen dos en lugar de uno, se reparten los papeles disponibles entre los dos nuevos frutos. Es así, que los deseos, las pulsiones, las finalidades propias de cada ser son prohibidos, aunque no por ello desaparecen; se transforman, se subliman o se reprimen. Muchas enfermedades, síntomas psiquiátricos y conflictos psicológicos provienen de toda esta locura.

Para liberarnos de las herencias no deseadas del árbol genealógico -y de otras influencias tóxicas-, además de la “esforzada” vía espiritual, tenemos la psicomagia. Ésta trata de dar salida a nuestros deseos reprimidos de manera metafórica, por medio de un acto en el que se descargue la pulsión en un escenario y con unos elementos significativos para el sujeto que sufre. Tras realizar lo prohibido de una manera aceptada por lo racional, los síntomas desaparecen, produciéndose una liberación que lleva directamente a la sanación.

La solución psicomágica abarca un área infinita de posibles conflictos a sanar, desde curar una adicción, hasta hacer desaparecer las verrugas, pasando por conseguir llegar al orgasmo, prosperar económicamente o filmar una primera película.

La psicomagia

Cuando emerge un impulso del inconsciente, la mejor manera de liberarnos de él es realizándolo. Para lo cual la psicomagia propone actuar, no sólo hablar. El consultante, siguiendo un camino inverso al del psicoanálisis, en lugar de enseñar al inconsciente a hablar el lenguaje racional enseña a la razón a manejar el lenguaje del inconsciente, compuesto no sólo de palabras sino también de actos, imágenes, sonidos, olores, sabores o sensaciones táctiles. El inconsciente acepta la realización simbólica, metafórica. Para él una fotografía no representa sino que es la persona retratada. Golpear en un cojín produce el alivio de la cólera contra un abusador…

Para lograr un buen resultado, la persona que realiza el acto debe liberarse, en cierta forma, de la moral impuesta por su familia, la sociedad y la cultura.

Si hace esto podrá, sin temor a un castigo, aceptar sus impulsos internos, siempre amorales. Por ejemplo, si alguien que quiere eliminar a su hermana menor (porque atrajo la atención de la madre) pega una fotografía de la pequeña en un melón y revienta el fruto a martillazos, su inconsciente da por realizado el crimen. El consultante se siente así liberado.

Toda curación exige la desobediencia a una prohibición, a una orden. Y para desobedecer es necesario perder el miedo infantil a dejar de ser amado; es decir, abandonado.

Para prescribir un acto psicomágico

tradicionalmente los curanderos usan lo que se llama “trampa sagrada”. Para que se le realice un milagro es necesario que el consultante crea que puede haber milagros. Como la mente racional vive dentro de un búnker sin fe, el brujo, por prestidigitación, le muestra un falso milagro. El consultante se maravilla y cree. Entonces, se le puede abrir la puerta al mundo mágico, es decir al verdadero, al vital, donde se es lo que uno es y no lo que la familia, la sociedad y la cultura quieren que uno sea.

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Así pues, un acto psicomágico es una escenificación simbólica que contiene las claves de la solución del trauma a sanar. Es el único “idioma” que se habla en el reino del inconsciente, en donde anidan los conflictos. La palabra y la razón tienen un poder limitado, ya que no sintonizan con el receptor del inconsciente, en el que la onda que más clara y rápida llega es la de la metáfora.

Las recetas psicomágicas

han de ser personalizadas y creativas, aunque hay elementos que se repiten en muchos actos. Como que los objetos tienen poder, que en la sangre va nuestra esencia, que la miel es dulce, que el cielo simboliza al padre, que la leche es el primer alimento materno, que la orina marca el territorio, que una carga pesa… todo ello y más, son saberes que forman parte de nuestro inconsciente colectivo y de ello se vale el psicomago como elementos para diseñar sus actos.

He aquí algunos elementos usuales en las recetas psicomágicas:
  • Firmar con sangre: Una gota de nuestra sangre sobre un papel donde hemos escrito una frase, se convierte en un contrato. Si estoy cansado de acumular fracasos en mi vida, sobre un papel de pergamino escribiré: “soy un fracasado” y lo firmaré con una gota de mi sangre. Las etiquetas que nos marcan nos las pone la familia, la pareja y también nosotros mismos. Tenemos infinitas formas de ser y podemos transformarnos.
  • Enterrar: Puedo deshacerme de ese contrato anterior, o de cualquier otro que me pese, enterrándolo. La tierra actúa como un poderoso transformador. Es conveniente saber que puedo enterrar distintas cosas.
  • Sangre menstrual: Representa la reafirmación de lo femenino. Por ejemplo, una mujer está afectada porque sintió como su padre, ahora muerto, cortó la relación con ella después de su primera regla. Jodorowsky la invita a que vaya a su tumba y lo más cerca posible del cadáver, entierre un algodón empapado en su sangre menstrual y un tarro de miel.

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Ejemplos:

Si heredo un conflicto sadomasoquista de mi clan familiar, estaré sanado cuando mi violencia la ponga al servicio de los otros y la transforme en algo útil. Por ejemplo, me convierto en un gran cirujano.

También, un ladrón llegará a la sanación siendo un gran negociante (el comercio en el fondo es un robo: comprar barato y vender caro).

Igualmente, cuando un narcisista obtiene mucho placer al ayudar a la gente, ha transformado su problema en algo positivo que sana a los demás. Es lo que debemos hacer con todas las herencias que recibimos de conflictos no resueltos en nuestro clan familiar, transformarlos en semillas de las que florezcan obras buenas para la humanidad.

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Por lo tanto, cuando dejo de repetir los mismos síntomas una y otra vez, me salgo de la neurosis de la repetición. Entonces, cuando empieza la sanación, paradójicamente el árbol reacciona inmediatamente ante el desequilibrio y nos culpa, nos hace sentir que le pertenecemos y protesta de infinitas maneras.

Un árbol sano es el que produce un fruto excelente, aunque sus ramas estén torcidas y su aspecto sea feo. Para sanar hay que dejar atrás la vieja piel, dejar nuestra vieja identidad, la que nos daba nuestro árbol al asignarnos misiones enfermizas.

Sientes que estás sanado si estás libre de:

miedos, rabia, culpa, vergüenza, odio, crítica, desprecio a uno mismo, frustración, envidia, celos…

Hay que tener en cuenta que, aunque con frecuencia los actos psicomágicos transforman al que los realiza de una manera contundente, hay problemáticas muy complejas y que se van resolviendo por fases. Es como ir pelando una cebolla por capas. Hay que llegar al centro, pero no ves una capa hasta que no has quitado la anterior.

También hay que tener en cuenta que existen lo que llamamos resistencias inconscientes. Estar enfermo o en conflicto tiene sus compensaciones, la gente a veces quiere que las cosas cambien, pero no una transformación desde el interior.

Según dice Alejandro Jodorowsky: “todo lo que hemos recibido es un tesoro”. Por tanto no es necesario eliminar ninguna parte. Lo que hay que hacer es fecundar lo que nos viene dado.

Por ejemplo, si un padre abusó de su hija, la solución no es cortar la relación con él y odiarlo toda la vida, porque odiará a todos los hombres, se emparejará con abusadores y puede que esto se traslade a otros ámbitos de su existencia, como a lo laboral o a la red de amistades. Lo sano es volver al padre, confrontar y pedir una compensación. Del acto saldrá enriquecida, sabiendo ver al padre con otra mirada que reconozca sus dones que son los de ella. Encontraremos en el abuso un maestro, un camino que nos ha llevado ha ser lo que ahora somos.

Los miedos asociados al árbol genealógico

pierden su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlos. Si queremos fortalecer a un enemigo, solo tenemos que odiarlo, cuanto mayor es nuestro odio más sólido se presentará ante nuestros ojos.

Como hemos explicado, toda enfermedad es metáfora física de una prohibición en el inconsciente y hay que deshacerla para sanar.

A un enfermo se le puede operar con un cuchillo, fingiendo cortar el cuerpo físico, de modo que el cuerpo psíquico acepta que se ha cortado y abierto.

En la psiquis hay estratos. Uno es el que contiene lo básico e instintivo y la fuerza vital que no tiene lógica y que se mueve de manera metafórica. Sobre este estrato hay otras capas de información que dan paso a la última capa donde se aloja lo racional, aquello que va seleccionando, asociando y poniendo nombre a las cosas.

Una vez que se identifica lo que está “molestando”, y en qué parte de árbol está (es decir qué integrantes son los afectados), viene la resolución o el acto de psicomagia. Se recurre a los símbolos y metáforas porque es la única manera de comunicarse con el inconsciente, allí no funciona la lógica.

El acto psicomágico es rápido porque no se puede resolver intelectualmente. No le enseñamos a resistir, sino que vamos a la raíz y le ponemos el punto final.

Otros ejemplos de recetas psicomágicas

Acto para enterrar fantasmas: Moldear el muerto del que no se ha realizado el duelo con pasta de almendras. Realizar el ritual de enterramiento completo y poner flores en su tumba.

Confrontar con alguien que ha muerto: Ir a la tumba y decirle lo que te hizo, como te sentiste, que consecuencias te ha ocasionado aquello y como te sientes ahora al respecto. Luego le pides una compensación (el universo te lo dará) y le pones palabra/s bella/s con miel en la tumba (por ejemplo “paz”).

Una mujer se presenta con un fuerte dolor de mandíbula del que no conseguía deshacerse, que le provocaba latidos constantes en su rostro. La receta de Jodorowsky fue la siguiente: «Debes comprar pasta de almendras y hacer una escultura del problema. Si es un hombre, un hombre… Y a las 12.00 de la noche, desnuda y a cuatro patas, la destruyes con tu mandíbula. Pero no te comas toda esa enorme bola. Sólo un poco. El resto lo entierras y plantas una hermosa flor.

Un hombre sufre por una verruga que le ha salido en la planta del pie izquierdo. Tomará fotocopias de una fotografía de su madre y las recortará a modo de plantillas. Pondrá una dentro del zapato mirando la verruga. A medida que gaste esas plantillas las cambiará por otra y así sucesivamente hasta que la verruga desaparezca.

Joaquín Ferrer

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