Accidentes y suicidios en biodescodificación

En los accidentes, así como en las enfermedades, en psicodescodificación partimos de varias premisas, entre ellas, las principales son: “nada sucede por azar” y “la realidad es un espejo de lo que sucede en nuestro interior”. Además, la ley metafísica de la resonancia determina que nosotros nunca podemos entrar en contacto con algo con lo que no tenemos nada que ver.

Es cierto que no buscamos los accidentes, como tampoco buscamos las enfermedades; sin embargo, debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en aquello que nos sucede (como ya vimos en los artículos sobre la casa y sus objetos y el coche y las mascotas).

En el libro La enfermedad como camino

se dice que: “La idea de que los accidentes son provocados inconscientemente no es nueva. Freud, en su Psicopatología de la vida diaria, además de fallos como defectos de pronunciación, olvidos, extravío de objetos, etc., cita también los accidentes como fruto de un propósito inconsciente. Posteriormente, la investigación psicosomática ha demostrado estadísticamente la existencia de la llamada «propensión al accidente». Se trata de una personalidad que se inclina a afrontar sus conflictos en forma de accidente”. Y también Franz Alexander, en su libro Medicina Psicosomática, publicado en 1950, abunda en ese sentido afirmando, por ejemplo, que “la mayoría de los accidentes están provocados inconscientemente”.

Así pues, nuestros modelos mentales pueden atraer hacia nosotros un accidente. E igualmente parece que algunas personas fueran “propensas a los accidentes” en tanto que otras andan por la vida sin hacerse jamás un rasguño. Por tanto, hay accidentes que pueden ocurrirnos por los pensamientos o las emociones que sentimos en determinado momento, aunque no seamos conscientes de ellos.

En cuanto a la relación entre emociones inconscientes y accidentes, la psicodescodificación empieza por analizar aquellos accidentes que nosotros vivamos por propia responsabilidad: Caídas, choques, fracturas, torceduras, quemaduras, etc.

Luise L. Hay, en Poder espiritual y salud, dice:

“Los accidentes son expresiones de cólera, que indican una acumulación de frustraciones en alguien que no se siente libre para expresarse o para hacerse valer. Indican también rebelión contra la autoridad. Nos enfurecemos tanto que queremos golpear a alguien y, en cambio, los golpeados somos nosotros.

Cuando nos enojamos con nosotros mismos, cuando nos sentimos culpables, cuando tenemos la necesidad de castigarnos, un accidente es la una forma estupenda de conseguirlo.

El sufrimiento físico nos da una pista sobre cuál es el dominio de la vida en que nos sentimos culpables. El grado de daño físico nos permite saber hasta qué punto era severo el castigo que necesitábamos, y a cuánto tiempo deberíamos estar sentenciados.”

Clasificación de los accidentes

Como estamos viendo, en algunas ocasiones, detrás de un accidente hay una incapacidad para hacerse valer, una rebelión contra la autoridad mal conducida o la creencia en las virtudes de la violencia.

Después tenemos aquellos accidentes “repetitivos” que pudieran señalar una historia Transgeneracional.

En los accidentes que fueron responsabilidad de “otros”, en un papel de “agresiones recibidas”, también habremos de considerar la historia familiar, el Transgeneracional: Balazos, puñaladas, palizas, empujones, atropellamientos, etc.

Por lo tanto, hay accidentes que pueden deberse a una lealtad familiar de la que no somos conscientes. Si ponemos tan sólo un poco de atención en la revisión de nuestro árbol genealógico, dichos accidentes pueden aparecer en nuestras vidas como una “reparación” del drama vivido por un ancestro.

Además, aquellos accidentes en los que nosotros resultemos heridos por “responsabilidad” de otra persona, conviene analizarlos también desde un enfoque cuántico y energético, porque si bien no han sido nuestros pensamientos o nuestras emociones las que han provocado el accidente, sí pudiera ser nuestra frecuencia vibratoria: Accidentes aéreos, choques mientras yo soy pasajero…

Volviendo a los accidentes repetitivos

Habremos de buscar las constantes, es decir, ¿ocurren siempre a la misma hora?, ¿ocurren siempre el mismo día de la semana?, ¿ocurren siempre en la misma fecha?, ¿ocurren siempre afectándome la misma parte del cuerpo?

Porque deberemos tener en cuenta que existen las “memorias de aniversario” y las “lealtades familiares” dentro del árbol genealógico. Ello nos obliga a prestar atención, dado que el accidente repetitivo puede ser una forma simbólica de “reparar” aquello que un doble nuestro en el árbol vivió en su momento y no supo solucionar.

Por lo tanto, muchos de los accidentes no son más que las consecuencias de una reparación inconsciente de vivencias emocionales impactantes de la misma familia.

En todos los casos de accidentes: de tráfico, domésticos, laborales, etc. lo primero que debemos buscar es el mensaje que nos transmite, para solucionarlo de manera consciente y evitar su repetición. El accidente es como una señal que nos obliga a mirar en nuestro interior.

Podemos y debemos hacernos varias preguntas:

  • ¿Qué me quiere advertir este accidente?
  • ¿Qué aspecto de mi vida debo transformar?
  • ¿A qué cambio de comportamiento me estoy resistiendo?
  • ¿Tuve la intención de hacer daño a alguien?
Y también:
  • ¿Qué parte de mi cuerpo se ha visto afectada y qué significado tiene en biodescodificación?
  • ¿Presenta la zona inflamación (= rabia), sangre (= familia), fractura (= necesidad de ser más flexible), dolor físico (= dolor emocional)?
  • ¿Qué me imposibilita lo sucedido?
  • ¿A qué me obliga la nueva situación?
  • ¿En qué o en quién pensaba?
  • ¿Me siento culpable por algo que he dicho o hecho?
  • ¿Para qué estoy viviendo esta experiencia, qué debo aprender de ella?

Todos los accidentes son una invitación a que pares, a que reconsideres tu situación actual y, sobre todo, tu actitud en la misma.

Visto desde la Psicogenealogía, los accidentes son intentos de SUICIDIO con más o menos fortuna

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En cuanto al suicidio en sí mismo, si bien son múltiples las causas que pueden llevar a una persona a pensar en él, Alejandro Jodorowsky nos dice literalmente que:

“Un suicidio se prepara durante cuatro o cinco generaciones. El suicida es un enemigo de su vida porque considera que la vida no es suya: alguien no se la ha dado, y en su lugar le ha metido en el cuerpo la vida de otro. Ha fallado la madre, el padre y los abuelos. No es que el suicida quiera eliminarse a sí mismo, sino a alguien o algo que lo invade. Destruyendo a su cuerpo comete un crimen porque, en último momento, en la verdad de la agonía, se da cuenta que ha destruido a su verdadero espíritu: ha matado a un niño. El suicida sufre porque sabe que, siendo el cáliz de una Conciencia divina, nadie en su árbol genealógico ha sabido reconocerlo. Ha crecido entre ciegos…

Su forma de suicidio, mostrará la naturaleza aparente del conflicto:

  • Si se da un tiro en la cabeza, proclama que su padre lo ha destruido con sus conceptos rígidos.
  • Si se ahorca, la cuerda asesina es el cordón umbilical de su madre, que lo odió desde el momento que apareció en sus entrañas y luego, ya nacido, por culpabilidad, lo ahogó con sus esforzados mimos.
  • Si se lanzó de un alto edificio y se estrelló contra el suelo, manifiesta que no pudo soportar el odio entre su padre (edificio-falo) y su madre (tierra reprimida): revienta clamando por una unión de su Sol y su Luna, símbolos de los padres cósmicos.
  • Si tragó píldoras nocivas, es que de boca de su madre escuchó demasiadas palabras de odio y sufrimiento.
  • Si lo atropella un tren o un poderoso vehículo, denuncia que los preceptos anquilosados de sus abuelos le impedían gozar de la vida.
  • Si se ahorca dentro de un armario, revela que está fatigado de los impulsos sexuales que le avergüenzan.
  • Si se degüella, si se da un tiro en la boca, encuentra la forma de expresar todo lo que calló durante su vida, impidiéndose de este modo maldecir a quienes abusaron de él.
  • Si se prende fuego lamenta el abandono de su padre, al que ve como Dios.
  • Si se ahoga en el mar, expresa el deseo de regresar al vientre materno para ser parido en una forma correcta, con amor y no con rechazo.”
Además
  • Caídas tontas: Llamadas de atención para que analicemos con un mayor nivel de consciencia los pasos que damos.
  • Disparo en el corazón: No sentirse amado.
  • Cortarse las venas (la sangre representa a la familia y a las relaciones): Una manera drástica de romper con la familia y “con todo lo que me ha hecho”. Relaciones amorosas fallidas, fracaso profesional, pero relacionado con la familia, con el deseo de liberarse de padres o familiares que nos “hicieron” incapaces de superar obstáculos.
  • Tirarse o caerse a un pozo: Deseo de retorno al útero materno.
  • Electrocutarse: Invasión del padre.
  • Quemarse: Represión de la rabia en el interior.

ASESINATOS

Aparte de ello, Jodorowsky también nos señala que los suicidios y asesinatos que suceden en la familia se pueden reproducir en forma de accidente, por ejemplo de coche,  donde la víctima es un suicida inconsciente y el victimario es un asesino inconsciente (cosa que permite ayudar a buscar repeticiones en el árbol).

La familia es como una olla psicológica llena de secretos, tabúes, silencios, vergüenzas. Hay asesinatos, locura, robos, infidelidades, cárcel, incesto, abusos… Así, la enfermedad no es la solución del problema, sino una invitación a enfrentar un conflicto familiar que se ha mantenido secreto.

¿Qué pautas se pueden seguir respecto a los accidentes?

A) Si el accidente ya ocurrió, hay que intentar leer su mensaje, para elevar a la consciencia el mensaje sanador que con él nos llega.

B) Si tememos tener un accidente o alguien nos maldice o nos vaticina que lo tendremos, el cerebro se programará para que suceda y lo atraeremos sin querer. En estos casos es mejor realizarlo de manera metafórica, el inconsciente entiende la metáfora y es como si ya se hubiese cumplido lo que tememos o lo que “debía” de pasar.

C) Para evitar accidentes:

  • Cambiar culpabilidad por responsabilidad.
  • No juzgarnos.
  • Canalizar la rabia y la agresividad hacia nosotros mismos con grandes dosis de creatividad.
  • Canalizar la agresividad y la rabia hacia los otros mediante la confrontación.

Joaquín Ferrer