La parábola del hijo pródigo

(Artículo extraído del libro Jesús, Pablo y el cristianismo equivocado)

“Todavía tengo muchas cosas que deciros, pero no podéis entenderlas ahora” (Juan 16, 12), dijo Jesús.

Ante esa afirmación, surgen varias preguntas: ¿Qué se quedó por decir?, ¿Cuándo lo dirá? y ¿Cómo lo dirá? Él mismo nos da pistas sobre todo esto ya que, a continuación, dice que cuando venga el Espíritu Santo, Él nos hablará de toda la verdad. Por lo tanto, Jesús nos está indicando que el Espíritu Santo continuará su labor y nos hará entender lo que Él dejó por decir.

Por otro lado, Jesús explica en otra ocasión que el Espíritu Santo es una experiencia interior. Con lo cual podemos llegar a deducir que, a lo que aún tiene que decir ya no se puede llegar con razonamientos sino que se tiene que sentir con el corazón. Jesús, con sus obras, mensaje y ejemplo de vida, nos ha llevado hasta cierto límite. A partir de ahí, lo que falta es una experiencia interior que tenemos que sentir para comprender cuál es la esencia del mensaje que nos ha querido transmitir.

Jesús también dijo: “La verdad os hará libres”. Ante esa afirmación, la pregunta que inmediatamente surge es “¿qué es la verdad?” Pero también nos podemos hacer la pregunta “¿libres de qué?”. Para los creyentes, la respuesta a esta segunda pregunta es muy clara: libres del infierno, libres del demonio. Aunque lo que está claro es que si de algo nos tenemos que liberar es del sufrimiento. Es innegable que en esta vida sufrimos y, dentro de toda la gama de sufrimientos, el sufrimiento básico de fondo es el sufrimiento existencial. Por lo tanto, de lo que con toda seguridad nos tiene que liberar la Verdad es del sufrimiento existencial, de esas preguntas que parece que no tienen respuesta: ¿Quién soy?, ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿para qué estoy aquí?, ¿Qué pasa después de la muerte física? y ¿a dónde voy?

Si todas esas cuestiones se aclaran -o Él nos las aclara- o de alguna manera logramos sentir dentro de nosotros las respuestas, nos libraremos de ese sufrimiento (miedo) existencial; que está en la raíz del subsiguiente sufrimiento psicológico que, a su vez, acaba dando lugar a los sufrimientos físicos y a enfermedades de muy diversa índole.

Lo que Jesús quiere enseñarnos

El ejemplo más claro de lo que Jesús quiere enseñarnos lo tenemos en la Parábola del Hijo Pródigo. En dicha parábola, se nos presenta a un padre muy rico que tiene dos hijos. En un momento dado, el hijo menor le pide al padre que le dé su parte de la herencia porque quiere ejercer su libertad e irse a experimentar otras formas de vivir la vida. Su padre acepta sin ponerle ninguna pega porque considera que su hijo tiene derecho a aquello que reclama. El caso es que el hijo, haciendo uso de su libertad y guiándose solo por su criterio, acaba malgastando la herencia hasta llegar a un punto en que pasa hambre y escasez de todo tipo. Pero llega un momento en el que recapacita (“volviendo dentro de sí mismo”, en su traducción más correcta) –pues en su progresiva degradación había llegado a olvidarse de quien era- y recuerda quién era su padre y que hasta el último de sus jornaleros vivía mejor de lo que él lo estaba haciendo. Se arrepiente sinceramente y decide volver y pedir perdón a su padre, sin saber si su padre lo va a perdonar o no. Su padre lo ve venir desde lejos -nos cuenta la parábola- corre hacia él, lo abraza, lo besa, no le riñe ni deja que el hijo se disculpe sino que le da una fiesta de bienvenida, el hijo recupera su herencia –como si nunca la hubiera perdido- y todo queda olvidado.

Las claves de la parábola

Las claves para entender bien esa parábola -que al final del artículo reproduciremos íntegramente- son las siguientes: Dios-Padre es Amor Incondicional y, a causa de su naturaleza de amor incondicional, da libertad a su Hijo para que tome sus propias decisiones. La Herencia del hijo es su naturaleza divina, pues está hecho a imagen y semejanza de su padre que, como ya hemos dicho, es Amor Incondicional. Por lo tanto -como Dios es Amor, autoexistencia y, a su vez, todo y lo único que existe “realmente”- los hijos engendrados por Dios son espíritus santos como el mismo Dios y su herencia, su Espíritu Santo, ni mengua ni se pierde, sino que se queda junto al padre en el mundo celestial real, a la espera de que vuelva realizado el hijo que voluntariamente decidió irse a experimentar y a enfrentarse con aquello que no fue sino un sueño de su mente creadora.

Dicho de otro modo, nuestra herencia, nuestra verdadera naturaleza, nunca la perdemos, sino que se queda a la espera de que “volviendo dentro de sí mismo” despertemos por medio de la inspiración y la sensibilidad, desarrollando una capacidad de amar que sea fiel reflejo de la de nuestro espíritu santo celestial. Para ayudarnos en el proceso de despertar a la realidad espiritual, aparece Jesús como el hermano mayor que viene para recordarnos la verdad que nos hará libres, cuando logremos descifrar la esencia de su mensaje.

Este nuevo nivel de conciencia que Jesús enseña no es exclusivo del cristianismo, por supuesto, porque su mensaje original es fraternal, integrador y no sectario; tiene vocación universal y no excluye a ningún ser humano de la mutua hermandad y del amor de Dios. Por ejemplo, en línea con ese elevado nivel, el místico sufí Ibn el Arabí nos dice así:

“Mi corazón se ha abierto a todas las formas. Es una dehesa para gacelas, un claustro para monjes cristianos, un templo para ídolos, la Caaba del peregrino, las tablas de la Torá y el libro del Corán. Yo practico la religión del Amor. Cualesquiera que sean las direcciones en que avancen sus caravanas, la religión del Amor será mi religión y mi fe”.

La Parábola del Hijo Pródigo

Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento. Así que les dijo: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.»

«Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos.»

«Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»

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«Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta.»

«Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo.” Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”»

«“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»

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De la Biodescodificación a la Psicodescodificación

El campo terapéutico de la descodificación psico-emocional de las enfermedades ha tenido y tiene muchos nombres, a pesar de que, en esencia, todos los encuadres metodológicos parten de un enfoque holístico común. Y algunas de esas metodologías son tan similares que, en la práctica, llegan a ser iguales.

Eso es así, tanto desde las aportaciones a partir de las investigaciones del doctor Hamer en dicho campo como en investigaciones precedentes. Así por ejemplo, con anterioridad al doctor Hamer nos encontramos con la medicina antroposófica de Rudolf Steiner, la medicina psicosomática del doctor Franz Alexander o los diversos escritos del doctor Georg Groddeck.

Paralelamente a los descubrimientos del doctor Hamer, y en la misma línea, tenemos a la metamedicina de Claudia Rainville y posicionamientos en el mismo sentido de diversos personajes como Osho o Louise Hay (autora del libro Usted puede sanar su vida, entre otros).

Pioneros: Dr. Hamer y Dr. Groddeck, Osho y Louise Hay

En la actualidad

es sobre todo a partir de las profundas y metódicas investigaciones del doctor Hamer, y de sus conclusiones, cuando la relación entre emociones y enfermedad ha vuelto a suscitar interés general.

Sin embargo, tanta diversidad de nombres referidos a una misma metodología puede generar confusión, y esa confusión, junto con la desacreditación del conservador mundo académico y la poderosa e interesada industria farmacéutica, puede derivar en un contraproducente escepticismo.

Sabemos que a conceptos como la física cuántica o la epigenética les ha costado ser aceptados científicamente y, aun ahora, a pesar de que sus postulados ya han quedado demostrados, muchos científicos siguen prefiriendo no tener en cuenta sus aportaciones porque desestabilizan los fundamentos de la ciencia newtoniana en los que se sienten más cómodos. Pues bien, imaginemos el caos que hubiera supuesto para su aceptación y evolución el que ambos conceptos fueran conocidos por unos veinte nombres distintos cada uno.

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LAS RAZONES DETRÁS DE LA VARIEDAD DE NOMBRES

Así pues, vamos ahora a analizar las prosaicas razones que se esconden detrás de tanta variedad de nombres, para intentar arrojar luz sobre el tema.

Como hemos comentado, el eje troncal del que partió la actual visión de la descodificación psicosomática y emocional fueron las investigaciones del Dr. Ryke Geerd Hamer en los años 80 del siglo XX. A raíz de un hecho especialmente dramático acaecido en su familia, él se da perfecta cuenta de la estrecha relación entre emociones y enfermedad, y decide investigar dicha relación haciéndose preguntas como ¿cuál es el proceso exacto por el que determinada emoción desencadena determinada enfermedad? ¿por qué esa emoción se manifiesta en una parte del cuerpo y no en otra?, etc.

EL doctor Hamer

Tras años de investigación y miles de pacientes estudiados, el por entonces prestigioso médico alemán Ryke Hamer presenta sus conclusiones, siendo el eje central de ellas las llamadas 5 Leyes Biológicas. Dichas conclusiones son rechazadas por el colegio médico alemán, que le insta a retractarse de sus afirmaciones fruto de sus investigaciones. Al no hacerlo, es desposeído de su licencia para ejercer la medicina y, posteriormente, es arrestado y sufre prisión en los diversos países en los que intenta divulgar sus descubrimientos y su metodología, que bautiza con el nombre de Nueva Medicina Germánica. Finalmente, encuentra comprensión y asilo en Noruega, país en el que vive hasta su fallecimiento.

A pesar de la brutal represión contra sus ideas y su persona, muchos profesionales de la salud con mente más abierta (otros médicos, psiquiatras, psicólogos, dentistas, enfermeros…) se interesaron por sus descubrimientos en el ámbito de la psicosomática. De esa manera, un buen número de profesionales se formaron con él, y luego otras personas se formaron a su vez con quienes él había formado. Eso sí, sus discípulos tuvieron la inteligencia de ser más diplomáticos que Hamer al presentar dicha terapia como complementaria de la medicina convencional, evitando así problemas legales aunque no el desprestigio académico frente a sus colegas que, por otra parte, no han tenido ni tienen el más mínimo interés el comprobar la veracidad o no de sus postulados.

Siguiendo la línea trazada por el doctor Hamer, con el paso del tiempo otros terapeutas profundizaron en la investigación de algunos aspectos a los que Hamer no había llegado; así por ejemplo, la influencia de la herencia genealógica en la salud y en carácter de una persona, o el modo de abordar psicológicamente la solución del conflicto emocional, una vez que éste se ha encontrado.

Finalmente, de la suma de todas esas investigaciones, surgieron los fundamentos, consensuados tácitamente, de un nuevo cuerpo metodológico con el que entender y tratar los conflictos psico-emocionales causantes de trastornos físicos y conductuales.

De Christian Flèche a Enric Corbera

Llegados a ese punto evolutivo, el enfermero francés Christian Flèche, discípulo de Hamer, denomina Biodécodage (Biodescodificación, en español) a la citada metodología. Alcanzando dicho nombre popularidad entre sus colegas, que empezaron a utilizarlo de forma genérica.

En España y Latinoamérica, dentro de los profesionales que divulgaron y popularizaron este nuevo campo bajo ese nombre, destaca el carismático psicólogo Enric Corbera.

Sin embargo, cuando el conocimiento de esta terapia iba en aumento y su práctica avanzaba adecuadamente, el señor Flèche decidió reclamar judicialmente su derecho sobre la denominación de “Biodescodificación” y, por lo tanto, únicamente sus alumnos directos estarían autorizados legalmente a utilizar dicha denominación, más allá de su uso en el lenguaje coloquial.

Una vez que los tribunales le dieron la razón, el resto de especialistas tuvieron que dejar de llamar a su terapia por ese nombre y designarle otro. Cosa que hicieron al mismo tiempo que registraban a su vez los nuevos nombres.

A consecuencia de ello, de repente aparecieron una pléyade de nombres que hacían referencia a la misma metodología. Entre esos nombres destacan el de BioNeuroEmoción (Enric Corbera), Biología Total (Claude Sabah), Psicosomática Clínica (Salomon Sellam), Descodificación Biológica (Ángeles Wolder), Neurodescodificación (Pablo Martínez Armesto) y otros.

Joman Romero

Así las cosas, desde la Asociación cultural española Neopercepción, a sugerencia de sus destacados miembros Joman Romero y Joaquín Ferrer, decidimos registrar otro nombre para el mismo campo terapéutico: PSICODESCODIFICACIÓN®.

Joman Romero es maestro en el campo de la descodificación psico-emocional de las enfermedades. Inició su andadura terapéutica a finales de los años 80 del siglo XX, al igual que su compatriota Enric Corbera, dándole a dicha terapia un toque personal al sumarle los conocimientos y recursos multidisciplinares provenientes de la Psicología Transpersonal, al igual que su colega Joaquín Ferrer.

Para ellos, y para la Asociación Neopercepción, la Psicodescodificación tiene un componente añadido de Crecimiento Personal, ya que generalmente la solución adecuada que se busca proviene de una comprensión mejor y más elevada (espiritual) del conflicto que afecta a la persona.

“Dónde quiera que va un pensamiento, un proceso químico lo acompaña» (Dr. Deepack Chopra). Si la solución que buscas no da la paz, no es la solución adecuada… Elige de nuevo.

Un Curso De Milagros (UCDM)

Tanto los ancestrales conocimientos metafísicos como la moderna Psicología Transpersonal, pasando por el budismo, nos hablan de que hay siete planos o niveles de existencia. Y la comprensión e integración de esa “profunda realidad” nos da una perspectiva nueva de la existencia y tiene un poder transformador del Ser, que deja de identificarse con las creencias y apegos del ego para orientarse hacia su amorosa esencia espiritual.

En esa línea, en las enseñanzas del inspirado libro Un Curso De Milagros también está implícita la existencia de esos siete niveles. Es más, de forma muy sabia y progresiva nos va explicando cómo han surgido dichos planos y cómo corregir (expiar) los errores de percepción que nos anclan en el nivel más bajo, el del sufrimiento.

Como se dice en el libro: UCDM “sirve para eliminar todo aquello que te impide ver la luz”.

Por cierto, las conclusiones de la moderna física cuántica son coherentes con dichas afirmaciones metafísicas, así como las cada vez más numerosas investigaciones sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM).

7 planos de existencia

Entrando ya a describir dichos niveles, hay que empezar diciendo que los únicos niveles reales son el 1 y el 2 porque son la Autoexistencia y su Manifestación o cualidades. Para comprenderlo mejor, comparamos los niveles con el color blanco (Autoexistencia) y el Arco Iris (aquellas Cualidades también autoexistentes integradas dentro del blanco).

El tercer nivel ya es un pensamiento: “¿Cómo sería ser de otro tono?”  Por lo tanto, es un nivel ilusorio, puesto que la única medida de la auténtica realidad es si algo no tiene causa porque tiene autoexistencia (como el Amor Incondicional) o, por el contrario, es el efecto de una causa que, a su vez tiene otra causa y así indefinidamente.

Dicho de otro modo, solo tiene autoexistencia el Amor (el color blanco).

Autoexistencia: Blanco = Dios-Padre-Amor Incondicional.

Manifestación: Colores del arco iris = Hijo y Espíritu Santo.

Autoconciencia: “¿Cómo sería ser de otro tono?” = Pensamiento.

Experiencia: Probar las diversas opciones = Alma (dueño de la idea).

Mente: Pintor = Energía mental.

Emociones: Pintura = Energía emocional.

Materia: Lienzo = Cuerpo.

OBJETIVO DEL ALMA: Conseguir la mejor versión de esa idea, de forma que refleje perfectamente la Luz de Dios y, de esa manera, retorne a su condición (que nunca ha perdido en realidad) de Espíritu Santo.

Tal como postula el libro UN CURSO DE MILAGROS

Solo lo que Dios creó es real.
El Espíritu del Amor es lo único que tiene Autoexistencia.
El espíritu está eternamente en estado de gracia.
Tu realidad es únicamente espíritu.
Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
Nada real puede ser amenazado

UCDM: RESUMEN DE SUS ENSEÑANZAS

Solo el mundo espiritual es real. El Amor es real. Solo lo real tiene poder. El Amor siempre produce expansión de su naturaleza y quiere expresar su grandeza y su gozo a través de lo amado.

El Amor da vida eterna (atemporal) y libertad de elección a sus hijos creados. Lo único que el amor no puede conceder a sus hijos es la petición de ser especiales, pues todos son amados por igual y están fraternalmente unidos en la mente de Dios.

Todos aquellos que libremente desearon ser especiales, al no conseguirlo, fueron sintiéndose separados de la mente amorosa de Dios y acabaron generando la vibración que dio origen al mundo material de la ilusión.

Al desconectarnos de nuestra naturaleza espiritual, la fuimos olvidando y, como consecuencia, sentimos nuestra fragilidad, creímos en nuestra mortalidad y nos llenamos de miedos.

Al sentirnos separados, nos sentimos solos y desamparados y, para combatir el infundado miedo existencial a la pérdida de nuestra identidad, nuestra mente creó una personalidad centrada en la afirmación enfermiza de sí misma, y en su supervivencia (el ego).

El mundo de la ilusión también es coherente, aunque falso.

El ego (generado por el pecado original de la decisión voluntaria de mantener el pensamiento en la separación) en su demente concepción del mundo, necesariamente siente insatisfacción, ansiedad y vacío -ya que nada puede llenarle- e intenta alimentarse de la importancia personal en su relación con los demás, de la comparación, la competitividad y la agresividad hacia el otro, el mundo exterior y, sobre todo, hacia sí mismo.

“La salvación es el recordatorio de que este mundo no es tu hogar. No se te imponen sus leyes, ni sus valores son los tuyos. Nada de lo que veas en él se encuentra realmente ahí”.

Cuando experimentas alguna enfermedad, estás creyendo que el cuerpo es un fin. Cuando crees que el cuerpo es un fin, crees que él tiene existencia por sí mismo. Y así crees que tu cuerpo puede enfermarse, de alguna forma, independiente de ti. Y así crees que tú, un ser aislado y separado, puedes ser víctima de tu cuerpo. Mientras que sin la creencia en la separación, eso no puede ser así.

que incluye la frase

Todo placer real procede de hacer la Voluntad de Dios. Esto es así porque no hacer Su Voluntad es una negación de tu Ser. Criatura de Dios, fuiste creado para crear lo bueno, lo hermoso y lo santo. No te olvides de eso. El mejor uso que puedes hacer del cuerpo es utilizarlo para que te ayude a ampliar tu percepción, de forma que puedas alcanzar la verdadera visión de la que el ojo físico es incapaz. Aprender a hacer esto es la única utilidad real del cuerpo.

Tienes que cambiar de mentalidad, no de comportamiento

y eso es cuestión de que estés dispuesto a hacerlo… Hacer la Voluntad de Dios no produce ninguna tensión una vez que reconoces que Su Voluntad es también la tuya.

Nadie repudia lo que considera parte de sí mismo. La manera en que reaccionas ante tu ego es similar a como Dios reacciona ante Sus creaciones: con amor, con protección y con caridad. No es cuestión, por lo tanto, de cómo reaccionas ante el ego, sino de lo que crees ser. La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. Ello se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.

“El Espíritu Santo no quiere que entiendas los conflictos del ego, quiere que te des cuenta de que no tienen sentido. El amor es lo único que se puede entender, ya que sólo el amor es real, y, por lo tanto, sólo el amor tiene sentido”.

Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Cada vez que dos Hijos de Dios se encuentran, se les proporciona una nueva oportunidad para salvarse. No dejes de darle la salvación a nadie, para que así la puedas recibir tú.

La luz no ataca a la oscuridad sino que la desvanece con su fulgor

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El pecado es una «percepción desprovista de amor». La manera de escaparse del temor es haciendo que la mente adopte una actitud receptiva al amor. El amor expulsa el miedo de la misma manera que la luz expulsa la oscuridad. El pasaje del miedo al amor es un milagro. No es que organice las cosas en el plano terrestre; se dirige a la auténtica fuente de nuestros problemas, que está siempre en el nivel de la conciencia.

Cualquier intento que hagas por corregir a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que la arrogancia del ego. La corrección le corresponde a Dios, Quien no conoce la arrogancia.

El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y perder tu alma. El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada.

El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera… Tú no deseas el mundo. Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor.

Cuando hayas aceptado tu misión de extender paz hallarás paz, pues al manifestarla la verás. He oído tu llamada y la he contestado, pero no has querido verme ni oír la respuesta que buscabas. Ello se debe a que eso no es todavía lo único que deseas. Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas.

El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido… Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso.

Tienes más miedo de Dios que del ego, y el amor no puede entrar donde no se le da la bienvenida. Pero el odio sí que puede, pues entra por su propia voluntad sin que le importe la tuya.

Las relaciones especiales

Si amas de manera distinta de cómo ama Dios, Quien no sabe lo que es el amor especial, ¿cómo vas a poder entender lo que es el amor? Creer que las relaciones especiales, con un amor especial, pueden ofrecerte la salvación, es creer que la separación es la salvación.

El amor especial es sólo un escape de la muerte que se busca desesperadamente, pero no en la paz en la que el amor santo gustosamente vendría hasta ellos quedamente.

El Espíritu Santo sabe que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas… De esa manera, toda relación que mantengas puede transformarse en una relación santa.

La relación santa es un logro educativo extraordinario. La relación santa es en todos sus aspectos -comienzo, desarrollo y consumación- lo opuesto a la relación no santa. Consuélate con esto: la única fase que es difícil es el comienzo. Pues en esa etapa, el objetivo de la relación cambia de súbito a exactamente lo opuesto de lo que era antes. Éste es el primer resultado que se obtiene cuando se ofrece la relación al Espíritu Santo, a fin de que Él se valga de ella para Sus fines.

El Espíritu Santo acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. Tú te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. El primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices. Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial. No la destruye ni te priva de ella. Pero sí la usa de manera diferente, a fin de ayudarte a que Su propósito se vuelva real para ti. Seguirás teniendo una relación especial, pero no será una fuente de dolor o de culpabilidad, sino de dicha y liberación. No será sólo para ti, pues en eso reside su infortunio. De la misma manera en que su falta de santidad la mantiene como algo aparte, su estado de santidad la convierte en una ofrenda para todo el mundo.

Tú que eres ahora el portador de la salvación, tienes la función de llevar la luz a la oscuridad. La oscuridad en ti se llevó ante la luz. Lleva esa luz ahora a la oscuridad, desde el instante santo a donde llevaste tu oscuridad. Nos completamos cuando deseamos completar.

Una mano se abre y libera a una mariposa que vuela hacia el cielo

El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado

En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar realmente. Es imposible convencer al que sueña de que esto es así, pues los sueños son lo que son debido a la ilusión de que son reales. Sólo al despertar se libera uno completamente de ellos, pues sólo entonces resulta perfectamente evidente el hecho de que no afectaron en modo alguno la realidad y de que no la han cambiado.

Todo pensamiento amoroso es verdadero. Todo lo demás es una petición de ayuda y de curación, sea cual sea la forma que adopte.

O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. En esto no hay términos medios. Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu. Si eliges ser carne jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.

La salvación es un deshacer… La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. Simplemente te pide que ésa sea tu elección. Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar. Cómo va a lograrse esto no es algo que deba preocuparte. No comprendes cómo apareció ante ti lo que ves, pues si lo comprendieses, desaparecería.

Alegrémonos de que ves aquello que crees, y de que se te haya concedido poder cambiar tus creencias. El cuerpo simplemente te seguirá. Jamás te puede conducir a donde tú no quieres ir.

Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí.

Aprende, pues, el feliz hábito de responder a toda tentación de percibirte a ti mismo débil y afligido con estas palabras: Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo.

EL PERDÓN

Solo existe un juicio: ”el Hijo de Dios es inocente y el pecado no existe”. Formar juicios no es muestra de sabiduría; la renuncia a todo juicio lo es.

El pecado no es más que un error que necesita corrección, NO algo perverso que merece castigo.

El perdón nos hace entender:

  • Que el mundo que vemos, es solo el reflejo de nuestro mundo interno.
  • Que lo que proyectamos es lo que percibimos.
  • Que hacemos reales nuestros pensamientos.
  • Que la percepción justifica nuestros propios errores.

– Tenemos que aprender a perdonar, no para ser buenos o caritativos sino porque lo que vemos no es real, es algo que no está ahí.

– El perdón es estar en paz, aceptar, no sentir culpa, no tener miedo, es sentirse bien con uno mismo y con todo.

– A medida que vemos que nuestros errores son de percepción, aprendemos a perdonarnos.

– El perdón acorta el camino de vuelta a casa.

– Entenderemos verdaderamente lo que es el perdón, cuando comprendamos que no hay nada que perdonar. Perdonar es «pasar por alto» y mirar más allá del error.

El juicio final

Recuerda que tú no te creaste a ti mismo. Puesto que la capacidad de crear reside en la mente, todo lo que creas es necesariamente una cuestión de voluntad. De ello se desprende también que lo que haces por tu cuenta es real para ti, mas no lo es en la Mente de Dios. Esta distinción básica conduce directamente al verdadero significado del Juicio Final.

El Juicio Final es la última curación, en vez de un reparto de castigos, por mucho que pienses que los castigos son merecidos. El castigo es un concepto completamente opuesto a la mentalidad recta, y el objetivo del juicio Final es restituirte tu mentalidad recta. Se podría decir que el juicio Final es un proceso de correcta evaluación… Comprende separar lo falso de lo verdadero. Éste es un proceso de separación en el sentido constructivo de la palabra, y refleja el verdadero significado del Apocalipsis. Al final cada cual contemplará sus propias creaciones y elegirá conservar sólo lo bueno… Al mismo tiempo, la mente repudiará inevitablemente sus creaciones falsas que, en ausencia de la creencia que las originó, dejarán de existir.

El Juicio Final es el final de Juicio. El único propósito del tiempo es «darte tiempo» para alcanzar ese juicio, el cual no es otra cosa que el juicio perfecto con respecto a tus propias creaciones perfectas.”

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Poema: EL SECRETO DE UN CURSO DE MILAGROS

Como en el cálido vientre de una madre,
desde el inconsciente, amoroso y feliz estado en el que existo
quise tomar consciencia de mí mismo.
Decidí con la mente hacer burbujas,
enamorarme de las hadas y aliarme con las brujas,
saborear ideas inconfesables o entrar en trances transcendentales.
Así mi mente, como al ajedrez jugando,
dio pie a la causa y el efecto
y, entrando en un ilusorio laberinto,
desde el inmutable instante santo
se generó el tiempo y el espacio.
Un anhelo se despertó en mi sueño
que no podía serme concedido:
quería sentirme más amado
que el resto de mis hermanos.
Como un niño airado, me alejé enfadado
y me puse a jugar con los dones heredados.
Desde la nueva realidad dual e imaginaria en la que estaba,
con el entusiasmo de un adolescente,
me puse a experimentar con el poder de los deseos de mi mente.
Hasta que, en un momento dado,
absorto por completo en el mundo irreal que fui creando,
me identifiqué con las formas y sus sombras
mientras la esencia de quien era se fue olvidando.
Sentí vacío entonces, creí en la muerte y vino el miedo.
Con gran desgarro, la noche oscura del alma había llegado.
Me sentí solo, separado, indefenso y desamparado.
Culpables pensamientos ocuparon el vacío producido
porque, autocastigado, de mi espíritu santo me había desconectado
y, en mi nueva ignorancia espiritual, pensaba que lo había contaminado.
Buscando refugio a tanto miedo, nació el ego
quien, con lógica errada y alocada,
busca seguridad y supervivencia
en todo lo que no tiene permanencia.
Y al insistir en lo imposible surge un fuego
que nos enferma de insatisfacción y desasosiego.
Decimos que Dios es Amor y, al mismo tiempo,
el creador y señor de la muerte y el infierno.
Y, desde esa visión incoherente y limitada,
el alma busca el cielo pero el ego teme su llegada
y se aferra a dogmas, deseos y autoengaños
que le permitan mantener su ilusoria identidad a salvo.
Cada hermano eres tú mismo
explorando un sinfín de posibilidades,
como en un juego de espejos y espejismos.
Puesto que venimos del Uno, estamos unidos
y, cuando condenas a alguien,
reafirmas tu culpabilidad ante ti mismo
y sigues atrapado en la rueda del destino.
Como el niño que llora al creerse abandonado,
así el gozo de lo que somos se transforma en pesadilla
y, la personalidad que desde ese llanto hemos forjado,
ahora se niega a darle la bienvenida
al reconocimiento de su propia maravilla.
Llegar a entender que la vida material es sueño
no nos libra de los brazos de Morfeo;
como mucho, mejora la calidad del juego.
El hijo pródigo solo puede regresar al Hogar, despierto:
Viviendo sin juzgar y buscando la paz de la vacuidad preñada
-el Silencio Creativo que el ego ignorante teme
por confundir la Fuente de Todo con la nada-.
La ilusión material y la duda, la verdad no las trasciende
mientras se escuche más a lo que se cree que a lo que la conciencia siente.

Joaquín Ferrer

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